Por fin nuestro hijo ya tiene edad suficiente como para hacer sus primeros “pinitos” en un parque de atracciones del calibre de Port Aventura y no hemos querido dejar escapar la oportunidad de pasar unos días aprovechando el buen tiempo y un calendario favorable para retornar a un recinto que no pisaba desde hacía ya muchos años.
La experiencia fue muy buena y, salvo algunos pequeños detalles sin demasiada importancia, todos disfrutamos de un parque que demuestra tener muy buena salud. Port Aventura ha sido para mi siempre un referente en España de buen hacer, de creatividad y de una excelente capacidad de gestión. Siempre ha destacado su interés por crear un modelo de ocio y entretenimiento sostenible a largo plazo desde un punto de vista económico y lo ha logrado gracias al enfoque que desde sus inicios han otorgado a su oferta de servicios, tratando de cubrir todo el espectro de soluciones que permitan que la estancia de sus usuarios sea la mejor posible.
Otros parques en España han intentado imitar el modelo pero como se ha demostrado no es una tarea sencilla, pues copiar y pegar no suele funcionar en el mundo de los negocios a pesar de que, desafortunadamente, está a la orden del día. Se suele tener la mala visión de que si a unos les funciona por ende a otros también les debe funcionar. Esa miopía simplista del negocio suele llevar consigo una alta dosis de negligencia, de falta de ideas y sobre todo de especulación. No se trata, pues, de arrojar cantidades ingentes de dinero sobre una superficie urbanizable y ya está, sino que se trata de sentar las bases de un proyecto sobre unos cimientos apoyados no sobre la cuenta corriente de la caja de ahorros o banco “amiguete” de turno, sino sobre un plan de negocio y posterior plan de expansión construido sobre la intención de establecer un ecosistema asentado sobre una base del entretenimiento y en un emplazamiento que como España invita por su clima y otras condiciones de mercado proporciona un viento a favor que unos saben aprovechar muy bien y otros no son capaces siquiera de situar al velero en la dirección correcta.
Dicho esto, y una vez alimentada la vena reivindicativa y de reflexión que de forma inseparable me acompaña, quiero volver a lo que ha sido una estancia realmente interesante en familia ya que hemos disfrutado mucho de todas las novedades que ha incorporado Port Aventura desde nuestra última visita hace ya demasiado tiempo quizá. Mi hijo se lo ha pasado en grande y lo más sorprendente es que ha utilizado atracciones que jamás hubiese sospechado que querría usar en su primera experiencia pero, sorpresas a parte, debo decir que aquellas en las que no yo mismo me atrevo en ocasiones a utilizar, él se ha sentido como si nada, disfrutando de la emoción de montañas rusas que, si bien no eran las de primer nivel del parque (pero todo se andará en un futuro), sí que podrían ser consideradas como de cierto nivel para un niño de su edad.
Los espectáculos son muy originales y entretenidos, lo que demuestra que detrás hay un trabajo bien planificado y dotado de creatividad y buen hacer profesional. Los actores que intervienen en cada uno de los espectáculos demuestran además una gran implicación no sólo con su trabajo sino también en su labor de relaciones públicas del parque ya que su interacción con los usuarios es natural y muy amena.
Con respecto a la comida, y teniendo en cuenta que se trata de un parque de atracciones, no cabía esperar otra cosa que quien dominara de una forma clara y consolidada no fuese otro que el ya consabido menú de comida rápida, algo poco original a mi gusto pues yo ya me plantearía la posibilidad de ofrecer otro tipo de degustación a aquellos visitantes que valoran otro tipo de alimentación, pero, como digo, se trata de un centro de atracciones de masas y por consiguiente, y desde un punto de vista de rentabilidad, es la elección ideal a cargo de quienes gestionan el recinto. No obstante, estoy convencido de que poco a poco esa tendencia irá modificando su rumbo conforme la sociedad vaya en la dirección de los hábitos saludables que poco a poco van haciendo mella en el tradicional modelo de alimentación. Después de todo, si cadenas de supermercados “low cost” anuncian a bombo y platillo productos “bio” (eso estaría por ver), es probable que los gestores se animen a incorporar menús más saludables (aparentemente), atendiendo a los mismos criterios de coste y rentabilidad que manejan estos supermercados.
Por otra parte, y por lo que respecta al alojamiento, nada que comentar ya que sin duda va en línea de lo que puede representar un parque de atracciones. Nosotros nos alojamos en el Hotel Caribe. Pese a que los hoteles son de cuatro estrellas debo decir que como es obvio no vamos a encontrar los mismos estándares que lo que representaría un hotel de la misma calificación en un área de negocios o en el ámbito de una ciudad. Es decir, en mi opinión, las cuatro estrellas son más bien un modo de dotar de atractivo y equiparar el alojamiento a la experiencia de alto valor añadido lo que representa visitar un parque de atracciones ya que en el diseño de habitaciones, en el menú de su área de restauración los elementos de batalla son los que sobre todo imperan. Por consiguiente, nada que objetar teniendo en cuenta el fin con el que se ha concebido esta oferta hotelera, al menos, en lo que al Hotel Caribe representa, por supuesto. No puedo hablar del resto de hoteles ya que no los he utilizado.
En definitiva, unos días de descanso que han satisfecho nuestra curiosidad por comprobar el estado de buena salud del que goza Port Aventura, y sobre todo, una primera piedra de toque y un primer examen que nuestro hijo ha superado con nota así que habrá que visitar más parques en el futuro para que, a modo de muescas, puedan conformar un recorrido que nos permitirá comparar y conocer el estado de otros centros de ocio y entretenimiento.